miércoles, 25 de junio de 2008

Un mes

El día 31 coincidió con la llegada del verano en esta parte del planeta. Fue un día alucinante.

Hay momentos en los que uno se detiene a observar lo que tiene al lado y a medir su felicidad de acuerdo a ello. Cuando hice eso me encontré en medio de un montón de gente que al igual que yo cantaba que antes de hoy fumaban y fumaban, tomaban y tomaban, a ver si la olvidaban. Amparo Sánchez y Amparanoía (les puse el video al comenzar el experimento) tocaban en vivo, a muy pocos metros de mí. Antes me había reencontrado con los Aterciopelados en un conciertazo al lado del río de Girona (pueblito cercano a Barcelona). Estaba borracho de alcohol y de felicidad. Me sentía muy bien.

La mayoría de la gente parecía estar igual de feliz. Abel y yo conversábamos con todo el mundo. Compartíamos canciones, cervezas y porros de hachís.

Cuando la noche estaba ya bastante avanzada nos encontramos con un español que había estado hace poco en Perú. Comentábamos las diferencias entre ambos países y nos reíamos mucho. De pronto el español me alcanzó el porro que estaba fumando. Le di una calada y sentí algo familiar en el sabor. ¿Es María?, pregunté. , me respondió.

Di una segunda calada, le alcancé el porro a Abel y les comenté que en ese momento estaba rompiendo una abstinencia de 31 días.

La noche terminó pero todos nosotros seguíamos con ánimos de fiesta. Yo me seguía sintiendo muy bien.

Los días siguientes han sido también de fiesta. El sábado volví a Girona y la pasé incluso mejor que el viernes y el lunes toda España celebró las fiestas de San Juan. Yo también.

María ha vuelto a mi vida después de un mes. La relación es otra. Ella y yo lo sabemos. Ya no me dan ganas de abusar de ella y por ahora no quiero comprarla. Pero lo más importante es que ya no siento que necesito verla para estar bien.

En un mes mi vida ha cambiado mucho. Aquella depresión fuerte de cuando empecé el experimento es historia. Ya no está ni cerca de mí. Me siento lleno de energías y no pienso perderlas. Citando nuevamente a Amparanoía podría decir que ahora fumo y bebo con alegría de fiesta y guaracha.

Con esto termina el experimento. Alguna de mis tres lectores pidió que no los deje al llegar al mes. No sé muy bien qué hacer. Sugieran por favor. Y si por alguna de esas casualidades este blog tiene más de tres lectores. Háganmelo saber con sus comentarios y sus sugerencias. Ahora serán más agradecidas que nunca.

viernes, 20 de junio de 2008

Día 30. Las fuerzas externas

Hace más de un año que quería escribirle a mi profesora de yoga. Quería explicarle porque me fui sin decir nada, contarle qué había sido de mi vida desde ese entonces y agradecerle por todas las enseñanzas. Ella es en gran parte responsable de este nuevo bienestar pues me dio muchas de las herramientas que ahora utilizo para "respirar mejores aires".

Ayer lo hice. Le escribí un email largo contándole algunas de las cosas que escribo en este blog: las viejas adicciones y las nuevas actitudes. Y claro, agradeciéndole.

Me respondió mucho antes de lo que yo esperaba. Ayer mismo, por la noche, tenía en la bandeja de entrada su email. Leerlo me emocionó.

Quiero compartir algunas de las cosas que me puso. Como para que vean cuánto nos pueden motivar algunas palabras, cuánta fuerza nos pueden dar para seguir con todo y contra todo:

Estoy verdaderamente conmovida.

...

Tu carta es un regalo no solo para mí, es una regalo y una bendición para mucha gente que talvés ahora se encuentre pasando por algo parecido, muy parecido o igual a tu experiencia.

...

Te agradezco, porque realmente eres una canal de energía y, todos los somos.... todos tenemos ese potencial pero en ti ha despertado.

...

Que todos los méritos que logras al realizar tu práctica se multipliquen infinitamente para el beneficio de todos.

Que seas muy feliz.


Y eso... quería compartirlo con ustedes.

jueves, 19 de junio de 2008

Día 29. Sobre las curaciones

Hoy se fue Mónica de la casa. Ella es una amiga de la Rê, vive en Inglaterra y vino hace una semana a pasar sus vacaciones en Barcelona. Se quedó en casa. En los últimos tres días nos hicimos amigos. Estuvo viniendo a la playa con nosotros, comimos juntos y conversamos bastante.

Hoy, cuando ya estaba por irse, descubrimos que tenemos algo en común. Ambos somos iniciados en Reiki. Le conté de mi experiencia y ella me contó de la suya. Algo de lo que me dijo me dejó pensando.

Yo le conté que algunos días después de mi iniciación pasé por alto los consejos de mi profesora y vi a María poco antes de una sesión de auto Reiki. Vomité y me vino un dolor de cabeza muy fuerte. Pero después de eso no hubo mayores problemas. No volví a fumar antes de una sesión y todo estuvo bien con María.

La experiencia de Mónica fue distinta. Ella dice que nunca fue muy devota de María. Si bien la fumaba cada vez que algún amigo le invitaba, no era una gran consumidora. Sin embargo, después de su iniciación en Reiki algo cambió. La siguiente vez que fumó su cuerpo rechazó el humo y se puso a vomitar, a pesar de no estar practicando Reiki en ese momento. Lo mismo pasó un tiempo después, cuando volvió a fumar. Desde ese momento no le provoca ver a María.

Yo me pregunto si me gustaría llegar a ese punto. Si sería feliz si mi cuerpo rechazara a María de esa manera. Me respondo también: no. No quiero llegar a eso. Me gusta utilizar terapias alternativas (alternativas a Occidente, claro está) que me ayuden a sanarme y a sanar a los demás. Pero también me gustan el placer momentáneo, la evasión y los estímulos fuertes de los sentidos.

Creo que aspiro a un equilibrio. No sé si es entre el Bien y el Mal o si es entre mis ganas de sanarme y mis ganas de evadir. Creo que es más bien algo así como un equilibrio entre el auto Reiki y la autodestrucción.

miércoles, 18 de junio de 2008

Cuatro semanas

Ayer vino el Fábregas a casa. Este es un amigo que vivió conmigo un par de meses. Me conoció en una de mis épocas mas adictas. Varias veces me vio llegar a casa medio desesperado porque se me había acabado la hierba y no tenía de dónde conseguir.

Él tampoco estaba muy bien cuando convivimos. Andaba con depresión y no sabía qué hacer con su vida. Dormía de día y vivía de noche. Más de una noche hemos compartido porros y conversado sobre nuestros males.

Fábregas se fue a Perú hace tres meses. Se fue a sanar. Estuvo algunos días en Lima y después se internó en la selva en busca de la ayahuasca.

Ayer lo vi mucho mejor. Sigue siendo el mismo ser autodestructivo, pero con muchas ganas de vivir. Con proyectos.

Él también me encontró mejor. Le conté la cantidad de días que tenía sin ver a María y se sorprendió mucho. Recordaba lo hondo que había caído.

Este reencuentro merecía una celebración. Nuestra amistad se había formado alrededor de porros de María así que...

... así que nada, compramos vino y fumamos hachís.

Día 27. Mi cuerpo pregunta: ¿ya?

Muchos objetivos están ya cumplidos. Ya no tengo esa ansiedad tan fuerte por fumar y vuelvo a sentirme lúcido. Este estado además empieza a gustarme.

A estas sensaciones quería llegar cuando empecé el experimento y si bien aún no controlo del todo mis ansias autodesctructivas (y creo que tampoco quiero hacerlo), siento que este tiempo sin María me ha sido muy útil.

Ahora, cuando alguien fuma cerca mío, lo miro y me pregunto por qué yo no. ¿Por qué reprimir las ganas? ¿Me hará daño?

No sé muy bien porque, pero seguiré un tiempo más con la abstinencia.

lunes, 16 de junio de 2008

Día 26. Un domingo cualquiera

Hasta hace unas semanas mis domingos eran más o menos así:

Despertar (por lo general, después del mediodía) y fumar un porrín para acabar con la resaca y tener motivaciones para empezar el domingo tristón.

Tomar algo de desayuno y fumar un porrín mientras veo televisión (cuando la tenía en la habitación) o mientras leo los periódicos (cuando llegaban a casa) o mientras pierdo el tiempo en internet.

Convencerme de que necesito juntar fuerzas, levantarme (de la cama, del sillón o de la silla) y prepararme algo de comer pues mi estómago ruge y maldice mi pereza. Para obtener esas fuerzas y para que cocinar sea menos aburrido: un porrín.

Comer.

El religioso desengrase (fumar un porrín después de comer, en buen cristiano).

Quedar con alguien para conversar o caminar y evitar la angustia juntos. Antes de eso hay que bañarse y antes de bañarse: un porrín, para disfrutar la ducha a plenitud.

Encontrarme con la persona con la que he quedado. Conversar un rato y, por supuesto, un porrín.

Volver a casa, echarme en la cama y antes de ir a dormir: un porrín, para no pensar que mi domingo ha sido de lo más triste, que hace tiempo que mi vida viene siendo de lo más triste y -lo más importante- para intentar no sentir la angustia y el vacío que inevitablemente se respira los domingos.

...

La rutina de este último domingo ha sido distinta, este fue un día muy productivo. Los porrines no fueron de María y no estuvieron ni cerca de la cantidad de los domingos anteriores. Pero aunque parece que la vida no es tan triste como hasta hace algunas semanas, la angustia y el vacío siempre llegan los domingos.

Día 25. Sábado es imposible no pensar en ti

Cuando salgo de fiesta me gusta estar loquísimo. No me gusta estar picado, borrachín, medio movido. No. Me gusta estar locazo.

Este sábado, cuando estaba en camino a encontrarme con los amigos, creía estar tranquilo, satisfecho con mi sobriedad y sin ninguna prisa por salir de ella.

Creía.

La cerveza activa algo en mí. En Perú se le llama "picar el diente"". Es decir, tomas un poquito y tienes ganas de tomar mucho más. Cuando empiezo a tomar, el objetivo es abandonar todas las inhibiciones y darle lugar a la risa. Mucha risa.

Pero no solo quiero estar borrachísimo. Hace tiempo que eso dejó de ser suficiente. Me gusta estar, como lo acabo de decir, locazo. Para eso, como ya suponen, mi querida María ayuda mucho.

Este sábado, cuando las cervezas habían hecho ya algún efecto decidí que era momento de sacar la piedrita de hachís. Los amigos celebraron la decisión. La "china" cumplió sus objetivos. Cuando María se acercó, a pesar de que estuve pensando en ella toda el día, la evité.

La pasé muy bien esa noche. Nos reímos mucho, compré una bicicleta a un precio increíble y terminamos la noche (o mejor dicho, empezamos la mañana) cantando, tocando guitarra y aplaudiendo al lado de un simpático mercado.

Esto, a diferencia de la cotidianidad con María, no es algo que quiera cambiar. No sé si es espíritu autodestructivo, necesidad de evasión o simplemente ganas de divertirse. Pero estoy contento con mis sábados.

Christina ha hecho una canción para estos días. Escúchenla.

sábado, 14 de junio de 2008

Día 24. La celebración

Era un día de fiesta. Zé y yo habíamos terminado un trabajo que empezamos hace un mes y medio. El resultado estaba ya en nuestras manos y podíamos decir misión cumplida. Había que celebrar. Había que emborracharse.

Abrimos en casa la primera botella de vino. Zé sacó a María. Ni me ofreció. Sabía que mi respuesta sería negativa. Mientras yo tomaba el vino lo podía ver fumar e incluso sentir el olor de la hierba sin empezar a salivar como en ocasiones anteriores.

Cuando abrimos la segunda botella ya estaban aquí la Rê (mi otra compañera de piso) y el Joe (un amigo peruano y actual cachascán de la Rê). Poco antes de terminar el vino Zé dijo que iría al baño y no volvió más. Habíamos quedado en que saldríamos, así que lo fui a buscar. Lo encontré tirado sobre su cama. "Se me ha bajado la presión. Estoy doidão", fue su respuesta. Lo dejé y pensé que otro de los beneficios de dejar a María era poder superar ocasiones como esta sin quedar KO antes de la medianoche.

La Rê abrió una tercera botella, de vino blanco esta vez y, sin pensar en la promesa que le hice a mi hígado de no mezclar licores, me tomé tres copas.

Yo había decidido que esa noche celebraría sí o sí. Por lo que después del vino blanco me encontraba en el metro rumbo al Centro, buscando juerga.

Hablé con Karla, una buena amiga peruana a quien le cuento mis amores y desamores con María pues sigue la historia apasionadamente. Me dijo que me daría el alcance en unos minutos más, así que me fui a buscar experiencias por el centro de Barcelona.

A esas alturas de la noche mi amigo control me había abandonado. Fumé hachís y alguna otra cosita con dos vagabundos que encontré por uno de los barrios más yonquis de la ciudad. A pesar de que Tánatos dominaba mi cuerpo, María se mantuvo alejada.

Cuando vi a Karla mi cuerpo y mi mente ya se estaban apagando. Sabía que no duraría mucho más. De todas maneras compré dos cervezas y empezamos a caminar y a conversar.

Karla es una de esas personas que se encariña con la gente y con las situaciones y se interesa de manera sincera por tus historias. Hablamos de muchas cosas que, milagrosamente, aún recuerdo. Le conté porque pienso que las drogas son buenas y porque en algunos seres humanos conviven el amor por la vida y la autodestrucción, los ejercicios y el alochol, la meditación y las drogas... el Bien y el Mal. La intenté convencer (a ella y a mi mismo) de que yo soy una de esas personas.

Algunos minutos más tarde le dije que ya no podía responsabilizarme ni por mi cuerpo ni por mi mente ni por nada. Y que ella se encargue.

Día 23. La meditación

Hace poco más de dos años mi profesora de yoga me entregó un texto sobre como "llevar la mente a casa". La separata no era muy grande pero yo, ocioso como suelo ser, la dejé en mi escritorio y pospuse su lectura.

Cuando preparaba mis maletas para venir a este lado del mundo algo me dijo que debía traer esta separata. La puse en la mochila.

A comienzos del año pasado la leí. Llevar la mente a casa es una analogía del aprendizaje de la meditación. Intenté poner en práctica lo leído pero, inconstante como suelo ser, lo dejé rápidamente.

Varias semanas atrás, en medio de la depresión en la que estaba, tuve la brillante idea de sacar esta separata del cajón, releerla y ponerla en práctica nuevamente. Una de las enseñanzas de este texto es que la meditación, como la mayoría de prácticas, debe ser asumida con "resuelta disciplina y absoluta devoción".

Así lo hice.

Al comienzo resultaba muy difícil alcanzar ese estado mental en el que los pensamientos se disuelven, pero unos días después, cuando empecé a sentir avances, mi estado de ánimo comenzó a cambiar.

Ahora no soy un maestro de la meditación, aún me cuesta mucho, pero empiezo a sentir esta práctica como algo áltamente beneficioso. Meditar ayuda a las personas a descubrirse, a conocer su naturaleza, su esencia. Yo que andaba tan disgustado conmigo mismo y con mi forma de ser empiezo a aceptarme. Empiezo a sentir también un cariño especial por el resto del mundo. Es algo así como una reconciliación conmigo mismo y con los demás.

En estos días de abstinencia meditar me ha ayudado mucho a controlarme. Y aunque no me he vuelto un yogui, ni planeo hacerlo, esta es una de las actividades que te ayudan a ver que la vida puede ser buena más allá de tus relaciones o tus dependencias.

jueves, 12 de junio de 2008

Día 22. Los ejercicios

Hay personas que al terminar una relación larga buscan meterse en cuanta actividad sea posible, tener el cuerpo y la mente ocupados para no pensar en quien se fue. Yo no soy de esos, yo soy de los autodestructivos. Los que buscan emociones fuertes a cualquier costo para pretender que no nos importa la pérdida.

Pero como en estos días ando buscando cambiar (o disminuir) todas esas actitudes, esta vez he intentado dedicarme a actividades que no realizaba desde hace mucho tiempo.

Algunas de estas son los ejercicios físicos. Hasta los quince años fui algo así como un Sport Billy. Mis padres me querían mantener ocupado y agotado y desde muy pequeño me inscribieron en todos los cursos deportivos posibles. El Judo y el Fútbol fueron los deportes a los que más tiempo dediqué. Entrenaba de 3 a 5 veces por semana y competía con regularidad. Cuando por alguna razón no fueron estos, fue el Karate, el Tae Kwon Do, Natación, Gimnasia, Pin Pon, Básket... o todos esos a la vez.

A los quince años, con la llegada de la adolescencia, me cansé. Pasé de hacer todos los deportes a no hacer ninguno. Ningún ejercicio físico tampoco. Estaba aburrido. Descubrí estimulantes para la mente y me volví (como dice la canción) ocioso y brutal.

Varios años más tarde, cuando descubrí el mundo de la percusión, aprendí algunos ritmos de tambor y vi lo muchísimo que me faltaba por aprender; le reclamé a mi padre el haber priorizado al criarme los deportes antes que otras actividades, en especial la música.

Ahora que tengo más de un mes saliendo a correr y haciendo ejercicios en la playa me pregunto de dónde saqué la fuerza de voluntad para lograr esto. Creo que esa fuerza se formó en mis años de deportista y estaba ahí, dentro de mí, dormida.

En estos días en que necesito de estímulos para la vida los ejercicios se han vuelto una buena fuente de motivaciones. Generan placer físico a corto plazo (tema de las dopaminas y endorfinas) y satisfacción mental al pasar unos días.

Pero lo más importante en este caso es que los ejercicios físicos son completamente contrarios a la vida con María. No podría fumar un porrito y salir a correr. Al terminar tampoco siento ganas de fumar.

Hace unos días estaba en la playa haciendo algunos ejercicios, cerca de ahí andaban dos chicas de 13 años que al parecer vieron mi entusiasmo en cada abdominal que hacía. Una de ellas se acercó y me dijo con una sonrisa muy inocente "el deporte es bueno, ¿no?" "¡No te imaginas cuánto!", respondió una voz espontánea desde muy dentro de mí.

miércoles, 11 de junio de 2008

Tres semanas

El día 21 de abstinencia fue una dura prueba. Tuve a María demasiado cerca, rondándome y provocando. Mantuve mi decisión. Sin embargo no puedo decir que fui muy fuerte.

No sé explicar bien cómo, pero a las ocho de la noche estaba en el bar de un hotel rodeado de chicos y chicas del hemisferio norte de este planeta. Mi amigo Francisco estaba conmigo, por supuesto (en este tipo de situaciones extrañas suele estar mi amigo Francisco). La diversión de estos sujetos, que llegan por dos o tres días a Barcelona, es encerrarse en un lugar con gente muy parecida a ellos y hacer algo muy parecido a lo que hacen en cualquier ciudad del mundo: tomar y fumar en exceso.

Me invitaron a participar en una competencia de rapidez alcohólica entre América y Europa. Les aclaré que si hablábamos de América estábamos incluyendo Sur, Centro, Caribe y Norte América; en ese orden. Disipadas las dudas formamos los equipos y empezamos la competencia. Acabé mi vaso con la velocidad de quien está siendo expulsado de un bar y ganamos. Claro que ganamos. En ese momento yo gané su simpatía.

A partir de ahí empezaron a rondar los porros de María y de hachís. Los de María, como buenos americanos que eran, estaban hechos de pura hierba. Nada de la herejía de mezclarla con tabaco. Eso me hacía dudar mucho. La verdad es que me apetecía tantísimo fumar un buen porro de esa hierba que se veía tan buena. Pero cada vez que llegaba a mi mano, lo rotaba intentando tenerlo el menor tiempo posible. Los porros de hachís que preparaba Francisco sí los fumaba.

Los nórdicos me preguntaban qué sentido tenía no fumar hierba y fumar hachís. Yo no soy adicto al hachís, les respondía. Ellos no quedaban muy satisfechos con la respuesta y yo... la verdad es que no lo sé. Hice un gran esfuerzo al evitar a María pero no tuve ganas de controlarme con el hermanito menor. Si vale o no, no lo sé. Lo cierto es que técnicamente son ya tres semanas sin María.

martes, 10 de junio de 2008

Día 20. Tu nombre me sabe a yerba

Cuando se termina una relación pareciera que el nombre de la pareja ausente aparece en todas partes. Por alguna razón empiezas a conocer gente que se llama como ella, salen canciones que no conocías (o no recordabas) donde la mencionan y hasta aparece en carteles y folletos de publicidad.

No sé muy bien por qué pero ahora todo el mundo se llama María. En los últimos 20 días he conocido a dos personas con ese nombre y lo he escuchado muchas veces más en la calle. Pareciera que el sistema entero quiere que la recuerde. Esta foto es de la tarjeta de mi teléfono celular. La orden parece ser muy directa.



También han vuelto a mis días canciones que escuchaba mucho en el pasado y que ahora tienen un significado especial. Aquí les dejo dos. Disfruten.



lunes, 9 de junio de 2008

Día 19. Ahora faltan las 500 noches

He cumplido uno de mis primeros objetivos: pasar los 18 días de abstinencia. Si mi debilitada memoria no me engaña, es el mayor tiempo que he podido estar sin ver a María en los últimos 10 años.

A los 17, después de mi segundo intento frustrado por ingresar a la universidad, decidí dejar de fumar hasta alcanzar mi meta. Seis meses después, entré a la por entonces difícil universidad. Algunos días después de eso fumé con un grupo de cinco amigos dos tronchitos armados con el novedoso sistema del turbo. Fue la primera y única vez que tuve alucinaciones por fumar María. Veía en el techo de madera de la casa de mi amigo Javier dragones que se convertían en espantapájaros, para luego pasar a ser una manada de aves que volaba desesperadamente y después se transformaban en una lluvia muy fuerte... la pasé muy bien.

A los 22 años viajé solo a Chile. Cruzé la frontera por tierra y a diferencia de todos mis otros viajes, esta vez seguí el consejo de salir del país sin María. Fueron dos semanas en las que no se presentó la oportunidad y tampoco la busqué. Al regresar a Lima tuve un reencuentro apasionado con María.

A los 25 años, con el corazón destrozado por varios motivos, tuve una experiencia que cambió mi forma de ver el mundo: la ayahuasca. Siempre le tuve mucho respeto, así que apenas supe que tendría mi primera sesión corté con todos mis vicios (por ese entonces eran más que los que tengo ahora: café, cigarros, marihuana, alcohol). Fueron 14 días de abstinencia. Se vieron interrumpidos cuando llegó a visitarme desde Brasil mi amigo Fabiano. Él había sido mi gran amigo y compañero de piso en Estados Unidos y consideré que era una situación propicia para que volvamos a entrar en comunión los tres: Fabiano, María y yo.

El último intento por alejarme de María sucedió hace un año. Me propuse dejar de verla por un mes. Soñaba casi todas las noches con ella. Era una abstinencia que me hacía sufrir. En el día 18 sucumbí a la presión de grupo y me entregé a María, a la cerveza y a la Play Station.

Ayer rompí mi récord, pero no sé si estar orgulloso. Si bien he hecho un esfuerzo por evitar a María, no he evitado a su hermanito menor. Desde que empezé el experimento he venido fumando hachís aproximadamente dos veces a la semana.

Por otro lado, ese ritmo es muchísimo menor que el que tenía antes de empezar todo esto. El siguiente objetivo es cumplir la meta que no pude alcanzar el año pasado: llegar al mes. Después de eso evaluaré si estoy ya en capacidad de portarme como adulto y empezar a ver a María teniendo control de la situación. Necesitaré de sus consejos, mis estimados dos lectores.

domingo, 8 de junio de 2008

Día 18. Control

Anoche salí. Tomé tres cervezas, tuve que llevar al borrachísimo Álvaro hasta su casa y regresé a la mía. No hubo impulsos ni excesos. Y lo más importante: no saqué la piedrita de hachís del bolsillo. Todo bajo control.

Desde que empecé a beber aprendí que el objetivo era quedar borrachísimo. Lo mismo pasaba con María y sus otras amigas, el plan era siempre quedar locazo, zumbado, mientras más lejos de la realidad, mejor.

Como comenté ayer, uno de los objetivos de este experimento es recuperar el control (en realidad no es recuperarlo, sino obtenerlo pues nunca lo tuve) y quiero pensar que la salida de anoche es un pequeño primer paso en esa búsqueda.

Eso de tener algún estimulante en el bolsillo y no consumirlo había sido siempre un imposible para mí. Hasta ayer.

Salir de la realidad o tener otras percepciones de ella está bueno, pero cuando solo quieres estar en otro mundo es porque hay algo de ti que no te está gustando. Ojalá que lo de anoche sea una señal de que estoy entrando a una etapa en la que acepto la realidad, que me empiezo a sentir a gusto conmigo mismo y con lo que estoy haciendo con mi vida. Un pequeño paso nomás.

sábado, 7 de junio de 2008

Día 17. María no es mala

Ayer por la noche fui a un concierto. Una amiga de una amiga fue con María, prendió un porro, vio que me ponía nervioso, que miraba con deseo y me ofreció. Decliné la oferta y le conté de mi experimento. Así fue como conocí a Taís.

Taís tuvo una opinión muy distinta del resto de personas a las que les he contado de mi experimento. Quizás porque no me conoce mucho y por lo tanto no sabe de la gravedad de mi adicción o quizás porque conoce muy bien a María y sabe que no puede herir a nadie de manera tan grave.

Me dijo que nadie puede estar tan mal solo por un motivo, que mi estado de ánimo era consecuencia de una serie de males y no solo de mi relación tormentosa con María y que en algunos casos María puede incluso ayudar a salir de situaciones difíciles.

Le di la razón en todo, pues en verdad la tiene. Son una serie de factores los que me llevaron a ese desánimo generalizado y son una serie de cambios los que me están ayudando a salir de él. María no fue la culpable y eso debe quedar claro.

María puede ayudar a disfrutar de forma más intensa la música, la pintura; puede hacer dormir a un insomne de manera relajada y profunda; puede potenciar los sentidos y hacer de una relación sexual una experiencia única e inolvidable. Puede hacer muchas cosas maravillosas.

Pero cuando uno está débil y se entrega por completo a ella, vienen los problemas. Otro de los logros que debo conseguir en estos días es no satanizar a mi ex. Ella es buena, pero siempre con precaución.

También debo recuperar a precaución y a su amigo control.

viernes, 6 de junio de 2008

Día 16. Aprendiendo a convivir con María

María viene a mi casa todos los días. Conversa con Zé, me mira, me provoca y se va resentida porque aún no le hago ni puto caso.

Creo que este es el logro más importante de estos 16 días. Ahora puedo verla, sentir su olor, ver los efectos que causa en otros y -aunque todavía la quiero- por ahora no me provoca.

Estoy mucho mejor que cuando empecé el experimento. Me siento más positivo ante la vida, creo que puedo organizar mejor mis ideas y tengo más disposición para hacer cosas.

Creo estar más fuerte. Pero aún no es momento de volver a verla. Pienso que el sacrificio debe ser un poco más grande. Si bien fantaseo con el día y las circusntancias de nuestro reencuentro, María se mantendrá alejada de mí un tiempo más.

Día 15. María aparece en sueños

Cuando el año pasado me forcé a dejar a María por un mes casi no hubo un día en el que no soñara con ella. Soñaba que volvía a verla y me arrepentía porque estaba rompiendo mi promesa.

Esta vez ha sido muy distinto. Salvo el primer día, María no apareció en mis sueños. Hasta hoy.

Soñé que fumaba con mis antiguos amigos de mi ex barrio en Perú (sí, los del barrio fumón). Los reencontraba y para celebrar la ocasión compartíamos uno. Luego recordaba que estaba intentando dejar de ver a María y volvía el sentimiento de culpa.

Me sentí aliviado cuando desperté. Sabía que mi fuerza de voluntad seguía intacta. Solo había sido un sueño.

Cuando empezé este experimento (este año) pensé que el plasmar mi experiencia todos los días en un blog haría que tuviera aun más presente que María no está. Pensé que solo me atormentaría más pues todas las noches estaría pendiente de que ha pasado un día más sin verla.

Pero no ha sido así. Este blog ha servido (como lo predijo una inteligentísima oveja) para canalizar mis angustias. María ha aparecido en sueños solo dos semanas después de empezar el experimento. Espero que siga así. Casi casi ausente.

¡Dos semanas!

A los diecisiete años (cuando ya había conocido a María pero no abusaba de ella como hasta hace poco) escuché un diálogo por mi barrio que me llamó la atención. Un chico algo mayor que yo le decía al "Loco" (uno de los más fumones dentro del barrio tan fumón en el que yo vivía) que por favor le lance, que estaba desesperado por un troncho, que no fumaba hace dos semanas.

Me dio pena escuchar eso. Pensé que si el pobre chico se desesperaba por dos semanas de abstinencia es porque debía estar muy enganchado.

Ahora, casi diez años después de ese diálogo, celebro mis dos semanas de abstinencia como uno de los mayores logros de los últimos tiempos.

jueves, 5 de junio de 2008

Día 13. Las plantitas y las costumbres

En el día 13 debía terminar la mudanza. Solo quedaban algunas cosas en la casa antigua: la comida, las bicicletas y las plantas de María. Estas, aunque ya dieron lo que tenían que dar, seguían adornando el hogar.

Como resultaba demasiado peligroso cargar cuatro macetas con plantones por un kilómetro (la distancia de la casa anterior a la nueva) Zé y yo decidimos terminar con ellas. Las llevamos al jardincito que está debajo del edificio, arrancamos la raíz y echamos la tierra para abonar a las otras plantas.

Yo estaba un poco preocupado, tenía miedo de que algún vecino nos viera y le molestara que echemos la tierra de las plantas de María a las otras plantas legales.

De pronto salió del edificio la vecina de al frente nuestro. Es decir, la más cercana. Llevaba a su niña de siete años de la mano. Se nos acercó y nos dijo:

- ¿Qué hacen? ¿Las están matando?
- Sí, es que nos estamos mudando; contesté yo. Fingiendo estar tranquilo por lo que hacía, pero muy temeroso en el fondo.
- ¡Que pena! ¿Y qué es? ¿María?
- Sí...
- Uy, pero no las maten, pobrecitas. Regálenme una ramita.
- Sí claro, no sabía que la podría querer. Tome...

Finalmente la vecina no se llevo la rama. Sería porque se dio cuenta de que ya no tenía moños o porque estaba apurada por llevar a la hija al colegio. Pero, contrariamente a lo que yo pensaba, nos miró con simpatía.

En España María es vista de otra forma. Los padres la conocen y hasta la disfrutan. En algunos casos les enseñan a sus hijos a consumirla y tratarla con moderación. Así como mis padres me enseñaron a tomar vino.

No creo que mi falta de control sea responsabilidad de mis padres (que siempre me hablaron de María como una mujerzuela). Creo más bien que está relacionada con mi ímpetu autodestructivo. De todas maneras, yo a mis hijos sí que les enseñaré a conocer y respetar a María. A ver si salen mejores que yo (no la tienen muy difícil, ¿no?)

Día 12. Las cosas que hacía contigo

El día 12 fue un duro día de trabajo. Cual hormiguita cargué con todas mis cosas de una casa a otra. Viaje tras viaje. Con la vida al hombro.

Hasta antes de empezar con el experimento hacer una actividad así de fuerte sin ver a María hubiese sido impensable. Me hubiera dicho que tanto esfuerzo debía ser recompensado con el placer que me entrega mi ex.

La verdad es que al terminar la jornada tuve que controlarme para no verla. Estaba convencido de que tanto esfuerzo merecía un premio, pero también estoy convencido de que tantos premios en los últimos años merecen ahora un sacrificio. Y esta vez me sacrifiqué.

De vuelta...

A los dos lectores que tengo debo decirles que no se asusten. La ausencia de posts en los últimos días no es debido a una recaída. Es debido a una mudanza. Cambié de casita y estuve dedicando todo mi tiempo a la mudanza y al trabajo.

Pensé mucho en María, pero no la llamé. La cuenta continúa. Ahora les cuento lo sucedido.

domingo, 1 de junio de 2008

Día 11. Tu olor...

He sido bastante firme con esta decisión de dejar de ver a María. Me he propuesto empezar una nueva etapa y esto me ha ayudado a rechazar sus invitaciones. Hasta el momento ha sido relativamente fácil decir que no. Pero hoy hubo un factor que me hizo dudar: su olor.

Usualmente Zé fuma en pipa y eso reduce un poco el olor de la hierba. Sin embargo esta tarde se le ocurrió armar un hilito y prenderlo en la sala de la casa. Cuando el olor llegó a mi nariz algo se activó en mi cerebro. Volvieron los recuerdos, la extrañé y quise verla.

Finalmente tuve que utilizar mi debilitada fuerza de voluntad para decir que no, pero me ha costado más que nunca.

La empiezo a extrañar...

sábado, 31 de mayo de 2008

Día 10. Las amigas de María

Diez días sin María puede parecer un gran logro para alguien como yo. En parte lo es. Pero no puedo decir que he cambiado mi vida, no puedo decir que he derrotado totalmente a mi lado tanático.

Cuando empecé este experimento advertí que la prohibición no alcanzaba a otro tipo de drogas. Y he asumido plenamente esa advertencia.

El día diez estuvo nuevamente lleno de proposiciones para ver a María. Las rechacé todas. Sin embargo, no rechacé ni una de las proposiciones de las amigas de María. Incluso las busqué.

Por la noche tuvimos una fiestita en casa. Fue una reunión plagada de peruanos. Recordamos nuestra tierra, nuestras canciones y nuestras buenas y malas costumbres. Entre estas últimas se encuentra el consumo de nuestro producto de bandera: aquella droga que solo se produce en nuestra región y que resulta tan buena y barata ahí por los barracones del Callao.

Por supuesto que no rechacé la invitación. La acepté con gusto y sin culpas. A diferencia de años anteriores el consumo esta vez fue muy moderado. En parte porque estamos en Europa (donde cuesta cuarenta veces más cara) y en parte porque tengo ganas de moderarme.

Pero no puedo negar que ese soy yo. A veces quisiera cambiar mi vida por completo y dejar de golpe todas mis actitudes autodestructivas. Pero me estaría negando. Mi lado tanático no está totalmente derrotado y no sé si quiero derrotarlo. Conviven en mí mis aspiraciones de vida sana y ese otro tipo de aspiraciones.

viernes, 30 de mayo de 2008

Día 9. Solo me pongo triste cuando alguno en el momento más inoportuno me pregunta por ti

Tantos años de relación apasionada con María me han creado cierta fama. Es inevitable que mis amigos me relacionen con ella. En el día 9 de alejamiento, María ha estado más presente que nunca.

En la mañana Zé me dijo que llamaría a nuestro amigo camello para hacer algunas compras. Que si yo quería apuntarme. Le dije que no. Que mi decisión de alejarme de María seguía firme.

Durante la tarde me encontré con un amigo peruano en el metro. No nos veíamos hace tiempo y me propuso hacer lo que hemos hecho casi todas las veces que nos hemos visto: lanzar un tronchito. Le dije que no. Que tenía nueve días sin ver a María y que mantendría la abstinencia. Se sorprendió mucho, pero no insistió.

Un par de horas más tarde recibí un mensaje de mi amigo camello. Me decía que haría una gran compra y me preguntó si aportaría. Le reenvié el mensaje a Zé y me desentendí del tema.

Por la noche vi a una amiga griega a la que no veía hace mucho tiempo. Me dijo que su chico estaba desesperado por ver a María y no sabía cómo encontrarla. Ella por supuesto pensó en mí. Le di el teléfono de mi amigo camello e intenté no pensar más en porque todos mis amigos me relacionan con María.

Creo que con el tiempo, sin darme cuenta, dejé de ser Marco para pasar a ser el novio de María.

jueves, 29 de mayo de 2008

Día 8. Las mañanas y los días luna

Hace ya algunos meses que me es sumamente difícil despertar. Antes de empezar este experimento me levantaba de la cama alrededor de las 3 de la tarde. Lo hacía cuando ya no soportaba el hambre. Sino fuese porque mi estómago rugía, hubiera seguido durmiendo siempre. Eran días en los que prefería solamente dormir. No vivir.

Ahora que creo estar un poco mejor de ánimos, me sigue costando mucho levantarme de la cama. Me suelo despertar alrededor de las doce del mediodía. Pero sigue siendo el momento más difícil del día. Me cuesta mucho juntar ánimos para enfrentar al mundo (aun más que a Mafalda).



Recuerdo haber tenido este problema desde muy pequeño. Cuando tenía siete años (o algo así) me decía a mí mismo en las mañanas que debía levantarme, que debía empezar a formar una fuerza de voluntad sólida, pues en el improbabilísimo caso (eso pensaba en esa época) de caer en drogas cuando fuese mayor; aquella fuerza de voluntad me ayudaría a salir de ese problema. "Pero yo no voy a caer en drogas", me repetía. Y seguía durmiendo.

Casi 20 años más tarde me sigue costando mucho levantarme de la cama, enfrentarme al mundo y a la abstinencia. Siguen siendo días luna, días pena... pero aunque cueste, me levanto a pelear.

Hoy día luna, día guerra (porque merezco la felicidad...)

miércoles, 28 de mayo de 2008

Una Semana. ¿Un gran logro o una mierda de logro?

Hace tres semanas que hago ejercicios, como verduras y medito. Hace una semana que dejé de ver a María. La verdad es que me siento mejor. Esta noche salí a caminar y no sé si era pura sugestión o verdadero bienestar, pero sentía que respiraba mejor y que tenía más energías para desplazarme. No me pesan las piernas, no tengo ese cansancio permanente y afronto la vida con un poquito más de optimismo. Incluso le deseo mucho bienestar a aquella ex que se fue hace unos meses dejándome el corazón destrozado. Se lo deseo con todo mi corazón recuperado.

Creo que estos pequeños logros (o quiero creer) se deben a mi cambio de actitud. Quiero creer que son fruto de los esfuerzos de los últimos días. Quiero creer también que estoy encaminado hacia una vida más feliz.

Pero existen también esos golpecitos que te da la vida y que te hacen pensar que eso de estar encaminado es un mito, que el esfuerzo gigante de las últimas semanas no me alcanzará para ser feliz.

Hoy mi hermana, que vive en mi país, me dijo que se muda de ciudad, que no puede tener más a mi gata en casa, que busque alguna solución y que piense en traerme a mi querida hija a Barcelona.

Me lo pensé. Lamentablemente no puedo. No puedo asegurar qué comeré, dónde viviré ni en qué trabajaré de aquí a un par de semanas. Pensé si puedo responsabilizarme por una gata. Y no. No puedo. Analizo mi situación actual y ni siquiera puedo responsabilizarme por mí mismo. Ni con todas estas nuevas ganas de sanar, de crecer y de ser feliz.

Estas tres semanas me han cambiado un poquito, pero no lo suficiente como para poder responder por mí mismo. Sigo siendo el mismo mequetrefe que no puede mantenerse y mucho menos puede mantener a una gata.

El esfuerzo enorme que ha significado para mí estar alejado de María por una semana no me garantiza nada. Cuántas semanas tendrán que pasar para poder responsabilizarme por mí mismo, para poder tener una gata… para poder tener una pareja o para poder tener un hijo… ¿Cuánto tendrá que pasar para poder estar bien?

martes, 27 de mayo de 2008

Día 6. Los objetos

Una de las partes más difíciles de terminar una relación es habituarse a la ausencia de los objetos de la pareja. Mirar debajo de la cama y ver que sus sandalias ya no están, ir al baño y no encontrar su cepillo de dientes, buscar inútilmente su pijama debajo de la almohada... (Sabina lo resume como "la maldición del cajón sin su ropa").

Los objetos de María aún están conmigo y no sé muy bien que hacer con ellos. En mi escritorio siguen el frasco en el que la guardaba y una pipa muy bonita que me regaló Malena. Me miran, me llaman, me tientan. Pero no pienso deshacerme de ellos.

Hoy encontré una nueva utilidad para el frasco de vidrio (que aún conserva su olor). Ahora María ha sido reemplazada por unos deliciosos chocolatines de La Ibérica.

En cambio con la pipa no sé muy bien qué hacer. Es un regalo, es bonita y sé que eventualmente volveré a darle uso (cuando pueda controlar mi relación con María). Y aunque su presencia es tentadora me rehuso a guardarla, no quiero enviarla al cajón de los recuerdos. Prefiero tenerla ahí, pidiéndome que la use, como para convencerme de que soy fuerte y puedo mantenerme alejado de María aunque sus recuerdos convivan conmigo.

Es similar a lo que pasó la última vez que terminé una relación larga: escuché una y otra vez todas las canciones que me recordaban a ella, las lloré y las sufrí y finalmente las superé. Dejaron de doler tanto.

lunes, 26 de mayo de 2008

Día 5. Domingo...

Los domingos son desde hace varios años los días más difíciles. No sé muy bien por qué pero suelen ser días de vacío y de cuestionarme absolutamente todo.

Ha sido difícil tener todos estos sentimientos y no recurrir a María para sentirme mejor. Y creo que aún vendrán muchos otros domingos como este...

domingo, 25 de mayo de 2008

Día 4. No te extraño, María

Hasta hace poco pensaba que me podía relacionar muy bien solo con gente que compartiese mi amor por María. Esto no quiere decir que los demás no pudiesen ser amigos míos, pero la complicidad que establecía María hacía que los momentos de felicidad plena se dieran con quienes tienen mi misma afición. Hoy empiezo a tener razones para pensar que no es así.

Esta mañana llegaron a Barcelona Liliana y su esposo José. Solo planeaban quedarse en la ciudad por un día, así que separé todo el sábado para ellos. Liliana es mi amiga desde que yo tenía 13 años. Sabe de mi amor por María. No me juzga y me quiere mucho. Yo la tengo entre las personas que más quiero en el mundo.

Malena también estuvo con nosotros. Malena es un ángel que Liliana me presentó a la distancia. Cuando nos conocimos me aseguró que me seguiría hasta el fin del mundo. Unas semanas después me dijo que en realidad prefería estar sola. Pero esas semanas junto a ella son en gran parte responsables por este nuevo amor que tengo por la vida. Sin saberlo Malena me hizo ver que esta dejadez generalizada no me podía llevar a nada bueno en la vida.

A pesar del cariño grande que tengo por estas personas y de las ganas que tenía de verlas, dudaba que la felicidad fuera a ser plena. Sabría que conversaría y caminaría todo el día con ellos y pensaba que la jornada se podría hacer más larga y agotadora por la ausencia de María.

Por suerte me equivoqué. Me he reído mucho y he vuelto a sentir un cariño inocentón y puro. Hemos ido a la playa, hemos comido rico y al despedirme les he dado un abrazo sincero. María pasó en algún momento por mi cabeza, pero no generó ninguna ansiedad. En ningún momento sentí ganas de "ir a dar una vuelta" para ver a María, que es algo que hecho antes con ellos. En ningún momento María me hizo falta para estar feliz y sentir cariño.

María, tengo grandes amigos. Aún no te extraño.

sábado, 24 de mayo de 2008

Día 3. El hermanito insiste

Otro de mis objetivos en estos días es recuperar los horarios de vida más sanos. Hace ya varias semanas que me despierto después de la una de la tarde. Trabajar en casa me permite levantarme de la cama a la hora que quiera, pero he abusado de esta posibilidad y últimamente me pasaba las noches en casa, frente a la computadora, trabajando y fumando.

Ayer pude levantarme a las ocho de la mañana, debido a una cita laboral. Pensé que sería la forma perfecta de volver a tener sueño a una hora decente, pero como conté en el post anterior, las circunstancias me volvieron a llevar a acostarme a la hora habitual.

Hoy desperté a las tres de la tarde y con cargo de consciencia. Más por volver a este horario de vida que por la rápida visita que María me hizo en la noche anterior.

A pesar de la resaca, salí a correr. Comí verduras y hasta medité. En la noche quedé con un amigo que ha vuelto de viaje y al que quería ver. Sabía que llevaría a María al encuentro, pero sabía también que mi respuesta sería negativa. Le conté de mi decisión. Me ofreció una alternativa: el hermano menor.

Fumamos un porrín de hachís en un bar muy agradable y con circunstancia aun más agradables (yo soy muy tímido, pero estas dos noches las circunstancias me han buscado). Sin embargo, fui prudente. Me fui temprano a casa y rechacé todas las ofertas de María de la noche.

Aún no hay desesperación ni vacío ni angustia. Me imagino que algo tiene que ver el deporte con todo esto. Me imagino también que este blog en algo ayuda.

Día 2. María quiere volver

Si este blog, tiene algún lector (lo cual dudo), debo pedirle disculpas. La idea es redactar un post cada noche contando como prosigue la vida después de María, pero anoche, cuando llegué a casa, no estaba en capacidad de redactar absolutamente nada. No por María, sino por varias botellas de cerveza.

En fin, ayer volví a hacer deportes y tuve un día de esos en los que casi ni extrañé a María. Por la noche salí con Zé a tomar un cerveza. Ambos resaltamos que sería solo una. Sin embargo, las circunstancias nos obligaron a quedarnos hasta las seis de la mañana por las calles de Barcelona (las circunstancias pueden llegar a ser tan lindas por aquí...)

Al llegar a casa Zé prendió un porro pequeñísimo. Me dijo que era solo de hachís. Lo fumé. Algo de María había en él. Se lo pregunté y me dijo que sí, que tenía un 20% de María. Seguí fumando.

Me quedé dormido en el mueble de casa. María había intentado regresar a mi vida, pero la verdad es que ni me enteré. Me dormí en el acto. Las puertas aún están cerradas para ella. Sé que el hachís es su hermano menor, pero su consumo no representa ningún peligro para mí.

Su hermanita en cambio... aún seguirá lejos de aquí.

jueves, 22 de mayo de 2008

La despedida y el primer día

La despedida

Anoche, después de escribir el post llamado Experimento, decidí despedirme de María. Le conté a Zé (mi compañero de piso y la peor influencia en estos momentos, ya que fuma tanto como yo) que no vería a María por un tiempo. Y bueno, le pedí que me lance por última vez.

Zé me pidió mi pipa y me la devolvió llena. Parecía Chimarrão (esa hierba que toman en el sur de Brasil y que se sirve hasta casi desbordar el mate). Miré la pipa, miré la hierba, respiré hondo y le metí una larga y bien distribuida calada. Eran las 4:30 de la mañana. A partir de ese momento, mi vida debe haber cambiado. María ya no está.

El primer día

Durante la noche soñé con este momento. Es decir, con el final del primer día, cuando estaría escribiendo este post y podría decir "hoy he cumplido". Cuando desperté supe que aún faltaban varias horas para ese primer pequeño logro.

Soy consciente de que mi organismo está acostumbrado a las dopaminas (por favor, si alguien conoce bien el tema de las dopaminas explíquemelo mejor que yo solo tengo una vaga idea al respecto), así que me fui corriendo hasta la playa (dicen que el deporte es otra manera de generarlas), hice algunos ejercicios al llegar a la orilla y me metí al mar a nadar. Zé me alcanzó luego. Asumo que por solidaridad conmigo no llevó a María a la playa, lo cual en circunstancias normales sería impensable para él o para mí. También nadó y también hizo ejercicios. Creo que me estoy volviendo una buena influencia para él.

El resto del día pasó sin mayores angustias ni desesperación. Ahora, a punto de ir a dormir, puedo decir "misión del día cumplida". En 120 minutos más llegaré a las primeras 24 horas sin María. La última vez que estuve tanto tiempo sin ella fue hace un año, en mi fallido intento por dejarla por un mes.

Antes de irme a dormir les voy a enseñar una canción que en los últimos días he venido repitiendo casi como un mantra. Amparanoia resume aquí buena parte de mis sentimientos de los últimos días. Creo que la depresión y las poquísimas ganas de vivir han sido causadas por dos motivos: 1) María y 2) una ruptura con una chica aún más dañina que María. De todas maneras, hay algo que tengo claro: todos estos sentimientos son de antes de hoy.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Experimento

Conocí a María a los quince años. Me habían hablado mucho de ella. Bien y Mal. Así que quería conocerla yo mismo. Aproveché la primera oportunidad que tuve. No me puso. La segunda, la tercera y la cuarta tampoco. Pero cuando me puso… hay que ver cómo me gustó.

Tres años más tarde, a los dieciocho, nuestro romance se volvió realmente apasionado, intenso, diario.

Desde ese entonces son muy pocos los días en que no he visto a María.

Más o menos desde los 23 años empecé a pasar la mayor parte del día volado. Ahora tengo ya unos meses en los que no conozco la sobriedad. Desde que me despierto hasta que me duermo. Siempre María conmigo.

Esto por supuesto ha disminuido mi potencial como ser humano. Mi capacidad de atender y mi capacidad de producir. Mi capacidad de cuidar de mí o de cualquier otra persona. Mi capacidad de pensar y, sí, también mi capacidad de sentir. Creo que es eso lo que he estado evitando en los últimos años: sentir.

Soy consciente de todo esto y quiero cambiarlo. No quiero borrar por completo a María de mi vida. Nuestro romance es para siempre. No creo que sea mala por naturaleza. Creo que usada en exceso es mala y yo me he excedido demasiado. Ahora quiero poder controlarla. Quiero poder ser yo el que decide cuando nos vemos y cuando no. Quiero que esté solo en determinados espacios de mi vida.

Pero no es fácil. María no es tan adictiva como otras, pero sí que engancha. Mi cerebro está habituado a recibir varias dosis de dopaminas durante el día y cuando por alguna razón esto no sucede empiezan la angustia, la ansiedad, la sensación de vacío, la depresión. Sensaciones que se aplacan un poco cuando las dopaminas son segregadas por otros motivos y que desaparecen por completo cuando vuelvo a ver a María.

Hace aproximadamente un año hice un experimento parecido al que hago ahora. Intenté dejar a María por un mes. Llegué a los dieciocho días. Durantes esas dieciocho noches soñé casi siempre con María. Nos veíamos, nos amábamos y luego yo recordaba –decepcionado de mí mismo- que había prometido no verla por un mes.

Hace dos semanas intenté controlar la situación. Decidí que prenderme un porro antes de siquiera haber ido al baño era uno de los primeros hábitos que debía cortar y así lo hice. Intenté no ver a María hasta entrada la noche y lo logré. Pero hay que ver cuántos porros me fumo ahora en la noche.

Ahora quiero aprovechar determinadas circunstancias que han confluido en estos momentos: se me acabaron todas las provisiones, estoy re misio y desde hace unos días tengo unas ganas fuertes de recuperar lo perdido y empezar a desarrollarme como persona. Ganas de vivir y de sentir.

Voy a hacer el experimento de ver cuántos días puedo aguantar sin ver a María (a los 17 estuve seis meses sin verla, pero a esa edad no estaba ni la mitad de enamorado de lo que estoy ahora). Por las noches escribiré aquí lo que voy sintiendo. Las angustias, las ansiedades y todo eso. Y claro, les contaré los avances y los retrocesos.

Sé que en algún momento María y yo nos reencontraremos. Espero para ese entonces poder haber controlado todas las sensaciones negativas de la abstinencia y saber que en adelante seré yo quien decida cuando verla.

Quiero dejar claro que durante este tiempo no estarán incluidas en la prohibición otro tipo de drogas, pues sé que la frecuencia de consumo de estas no pone en peligro mi capacidad como persona.

Sus comentarios son el principal objetivo de este blog. Si este mono ha decidido hacer pública su lucha contra el mono más grande que trae, es porque mientras más personas estén pendientes, más grande será el compromiso.

Deséenme suerte.