domingo, 8 de junio de 2008

Día 18. Control

Anoche salí. Tomé tres cervezas, tuve que llevar al borrachísimo Álvaro hasta su casa y regresé a la mía. No hubo impulsos ni excesos. Y lo más importante: no saqué la piedrita de hachís del bolsillo. Todo bajo control.

Desde que empecé a beber aprendí que el objetivo era quedar borrachísimo. Lo mismo pasaba con María y sus otras amigas, el plan era siempre quedar locazo, zumbado, mientras más lejos de la realidad, mejor.

Como comenté ayer, uno de los objetivos de este experimento es recuperar el control (en realidad no es recuperarlo, sino obtenerlo pues nunca lo tuve) y quiero pensar que la salida de anoche es un pequeño primer paso en esa búsqueda.

Eso de tener algún estimulante en el bolsillo y no consumirlo había sido siempre un imposible para mí. Hasta ayer.

Salir de la realidad o tener otras percepciones de ella está bueno, pero cuando solo quieres estar en otro mundo es porque hay algo de ti que no te está gustando. Ojalá que lo de anoche sea una señal de que estoy entrando a una etapa en la que acepto la realidad, que me empiezo a sentir a gusto conmigo mismo y con lo que estoy haciendo con mi vida. Un pequeño paso nomás.

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