sábado, 31 de mayo de 2008

Día 10. Las amigas de María

Diez días sin María puede parecer un gran logro para alguien como yo. En parte lo es. Pero no puedo decir que he cambiado mi vida, no puedo decir que he derrotado totalmente a mi lado tanático.

Cuando empecé este experimento advertí que la prohibición no alcanzaba a otro tipo de drogas. Y he asumido plenamente esa advertencia.

El día diez estuvo nuevamente lleno de proposiciones para ver a María. Las rechacé todas. Sin embargo, no rechacé ni una de las proposiciones de las amigas de María. Incluso las busqué.

Por la noche tuvimos una fiestita en casa. Fue una reunión plagada de peruanos. Recordamos nuestra tierra, nuestras canciones y nuestras buenas y malas costumbres. Entre estas últimas se encuentra el consumo de nuestro producto de bandera: aquella droga que solo se produce en nuestra región y que resulta tan buena y barata ahí por los barracones del Callao.

Por supuesto que no rechacé la invitación. La acepté con gusto y sin culpas. A diferencia de años anteriores el consumo esta vez fue muy moderado. En parte porque estamos en Europa (donde cuesta cuarenta veces más cara) y en parte porque tengo ganas de moderarme.

Pero no puedo negar que ese soy yo. A veces quisiera cambiar mi vida por completo y dejar de golpe todas mis actitudes autodestructivas. Pero me estaría negando. Mi lado tanático no está totalmente derrotado y no sé si quiero derrotarlo. Conviven en mí mis aspiraciones de vida sana y ese otro tipo de aspiraciones.

No hay comentarios: