lunes, 16 de junio de 2008

Día 26. Un domingo cualquiera

Hasta hace unas semanas mis domingos eran más o menos así:

Despertar (por lo general, después del mediodía) y fumar un porrín para acabar con la resaca y tener motivaciones para empezar el domingo tristón.

Tomar algo de desayuno y fumar un porrín mientras veo televisión (cuando la tenía en la habitación) o mientras leo los periódicos (cuando llegaban a casa) o mientras pierdo el tiempo en internet.

Convencerme de que necesito juntar fuerzas, levantarme (de la cama, del sillón o de la silla) y prepararme algo de comer pues mi estómago ruge y maldice mi pereza. Para obtener esas fuerzas y para que cocinar sea menos aburrido: un porrín.

Comer.

El religioso desengrase (fumar un porrín después de comer, en buen cristiano).

Quedar con alguien para conversar o caminar y evitar la angustia juntos. Antes de eso hay que bañarse y antes de bañarse: un porrín, para disfrutar la ducha a plenitud.

Encontrarme con la persona con la que he quedado. Conversar un rato y, por supuesto, un porrín.

Volver a casa, echarme en la cama y antes de ir a dormir: un porrín, para no pensar que mi domingo ha sido de lo más triste, que hace tiempo que mi vida viene siendo de lo más triste y -lo más importante- para intentar no sentir la angustia y el vacío que inevitablemente se respira los domingos.

...

La rutina de este último domingo ha sido distinta, este fue un día muy productivo. Los porrines no fueron de María y no estuvieron ni cerca de la cantidad de los domingos anteriores. Pero aunque parece que la vida no es tan triste como hasta hace algunas semanas, la angustia y el vacío siempre llegan los domingos.

2 comentarios:

illari dijo...

ay... los domingos...
sera q este dia causa ese efecto en todos los cancerianos?
suerte con tu experimento.
me gustaria tener tu disciplina.
me gustaria estar en barcelona y tomarnos un vino.
pero eso tu ya lo sabes.

Anónimo dijo...

illari, tienes esa disciplina y esa fuerza. solo que están dormidas.
depende de ti que despierten. quizás aún no sea el momento.
sobre los domingos... si pues, nos afectan mucho, ¿no? pero así como tenemos los domingos en los que nos invade la pena también tenemos las lunas llenas y enormes que -si se lo permitimos- nos inyectan un amor y una vitalidad para regalar.
pero claro, eso solo ocurre una vez al mes.
fuerza co