domingo, 25 de mayo de 2008

Día 4. No te extraño, María

Hasta hace poco pensaba que me podía relacionar muy bien solo con gente que compartiese mi amor por María. Esto no quiere decir que los demás no pudiesen ser amigos míos, pero la complicidad que establecía María hacía que los momentos de felicidad plena se dieran con quienes tienen mi misma afición. Hoy empiezo a tener razones para pensar que no es así.

Esta mañana llegaron a Barcelona Liliana y su esposo José. Solo planeaban quedarse en la ciudad por un día, así que separé todo el sábado para ellos. Liliana es mi amiga desde que yo tenía 13 años. Sabe de mi amor por María. No me juzga y me quiere mucho. Yo la tengo entre las personas que más quiero en el mundo.

Malena también estuvo con nosotros. Malena es un ángel que Liliana me presentó a la distancia. Cuando nos conocimos me aseguró que me seguiría hasta el fin del mundo. Unas semanas después me dijo que en realidad prefería estar sola. Pero esas semanas junto a ella son en gran parte responsables por este nuevo amor que tengo por la vida. Sin saberlo Malena me hizo ver que esta dejadez generalizada no me podía llevar a nada bueno en la vida.

A pesar del cariño grande que tengo por estas personas y de las ganas que tenía de verlas, dudaba que la felicidad fuera a ser plena. Sabría que conversaría y caminaría todo el día con ellos y pensaba que la jornada se podría hacer más larga y agotadora por la ausencia de María.

Por suerte me equivoqué. Me he reído mucho y he vuelto a sentir un cariño inocentón y puro. Hemos ido a la playa, hemos comido rico y al despedirme les he dado un abrazo sincero. María pasó en algún momento por mi cabeza, pero no generó ninguna ansiedad. En ningún momento sentí ganas de "ir a dar una vuelta" para ver a María, que es algo que hecho antes con ellos. En ningún momento María me hizo falta para estar feliz y sentir cariño.

María, tengo grandes amigos. Aún no te extraño.

No hay comentarios: