jueves, 12 de junio de 2008

Día 22. Los ejercicios

Hay personas que al terminar una relación larga buscan meterse en cuanta actividad sea posible, tener el cuerpo y la mente ocupados para no pensar en quien se fue. Yo no soy de esos, yo soy de los autodestructivos. Los que buscan emociones fuertes a cualquier costo para pretender que no nos importa la pérdida.

Pero como en estos días ando buscando cambiar (o disminuir) todas esas actitudes, esta vez he intentado dedicarme a actividades que no realizaba desde hace mucho tiempo.

Algunas de estas son los ejercicios físicos. Hasta los quince años fui algo así como un Sport Billy. Mis padres me querían mantener ocupado y agotado y desde muy pequeño me inscribieron en todos los cursos deportivos posibles. El Judo y el Fútbol fueron los deportes a los que más tiempo dediqué. Entrenaba de 3 a 5 veces por semana y competía con regularidad. Cuando por alguna razón no fueron estos, fue el Karate, el Tae Kwon Do, Natación, Gimnasia, Pin Pon, Básket... o todos esos a la vez.

A los quince años, con la llegada de la adolescencia, me cansé. Pasé de hacer todos los deportes a no hacer ninguno. Ningún ejercicio físico tampoco. Estaba aburrido. Descubrí estimulantes para la mente y me volví (como dice la canción) ocioso y brutal.

Varios años más tarde, cuando descubrí el mundo de la percusión, aprendí algunos ritmos de tambor y vi lo muchísimo que me faltaba por aprender; le reclamé a mi padre el haber priorizado al criarme los deportes antes que otras actividades, en especial la música.

Ahora que tengo más de un mes saliendo a correr y haciendo ejercicios en la playa me pregunto de dónde saqué la fuerza de voluntad para lograr esto. Creo que esa fuerza se formó en mis años de deportista y estaba ahí, dentro de mí, dormida.

En estos días en que necesito de estímulos para la vida los ejercicios se han vuelto una buena fuente de motivaciones. Generan placer físico a corto plazo (tema de las dopaminas y endorfinas) y satisfacción mental al pasar unos días.

Pero lo más importante en este caso es que los ejercicios físicos son completamente contrarios a la vida con María. No podría fumar un porrito y salir a correr. Al terminar tampoco siento ganas de fumar.

Hace unos días estaba en la playa haciendo algunos ejercicios, cerca de ahí andaban dos chicas de 13 años que al parecer vieron mi entusiasmo en cada abdominal que hacía. Una de ellas se acercó y me dijo con una sonrisa muy inocente "el deporte es bueno, ¿no?" "¡No te imaginas cuánto!", respondió una voz espontánea desde muy dentro de mí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

lo leí todo...y estoy segura q lo lograrás. Yo confio en ti.
la vida tb es rica sin maría, sin patricias y sin juanitas!! la vida es chevere porq marco quiere q sea chevre. ESO es SUFICIENTE. mucho punche.. te quiero mil..(como de aca hasta barcelona)

Anónimo dijo...

la vida es chévere porque existe gente como tú, zarela.