sábado, 7 de junio de 2008

Día 17. María no es mala

Ayer por la noche fui a un concierto. Una amiga de una amiga fue con María, prendió un porro, vio que me ponía nervioso, que miraba con deseo y me ofreció. Decliné la oferta y le conté de mi experimento. Así fue como conocí a Taís.

Taís tuvo una opinión muy distinta del resto de personas a las que les he contado de mi experimento. Quizás porque no me conoce mucho y por lo tanto no sabe de la gravedad de mi adicción o quizás porque conoce muy bien a María y sabe que no puede herir a nadie de manera tan grave.

Me dijo que nadie puede estar tan mal solo por un motivo, que mi estado de ánimo era consecuencia de una serie de males y no solo de mi relación tormentosa con María y que en algunos casos María puede incluso ayudar a salir de situaciones difíciles.

Le di la razón en todo, pues en verdad la tiene. Son una serie de factores los que me llevaron a ese desánimo generalizado y son una serie de cambios los que me están ayudando a salir de él. María no fue la culpable y eso debe quedar claro.

María puede ayudar a disfrutar de forma más intensa la música, la pintura; puede hacer dormir a un insomne de manera relajada y profunda; puede potenciar los sentidos y hacer de una relación sexual una experiencia única e inolvidable. Puede hacer muchas cosas maravillosas.

Pero cuando uno está débil y se entrega por completo a ella, vienen los problemas. Otro de los logros que debo conseguir en estos días es no satanizar a mi ex. Ella es buena, pero siempre con precaución.

También debo recuperar a precaución y a su amigo control.

viernes, 6 de junio de 2008

Día 16. Aprendiendo a convivir con María

María viene a mi casa todos los días. Conversa con Zé, me mira, me provoca y se va resentida porque aún no le hago ni puto caso.

Creo que este es el logro más importante de estos 16 días. Ahora puedo verla, sentir su olor, ver los efectos que causa en otros y -aunque todavía la quiero- por ahora no me provoca.

Estoy mucho mejor que cuando empecé el experimento. Me siento más positivo ante la vida, creo que puedo organizar mejor mis ideas y tengo más disposición para hacer cosas.

Creo estar más fuerte. Pero aún no es momento de volver a verla. Pienso que el sacrificio debe ser un poco más grande. Si bien fantaseo con el día y las circusntancias de nuestro reencuentro, María se mantendrá alejada de mí un tiempo más.

Día 15. María aparece en sueños

Cuando el año pasado me forcé a dejar a María por un mes casi no hubo un día en el que no soñara con ella. Soñaba que volvía a verla y me arrepentía porque estaba rompiendo mi promesa.

Esta vez ha sido muy distinto. Salvo el primer día, María no apareció en mis sueños. Hasta hoy.

Soñé que fumaba con mis antiguos amigos de mi ex barrio en Perú (sí, los del barrio fumón). Los reencontraba y para celebrar la ocasión compartíamos uno. Luego recordaba que estaba intentando dejar de ver a María y volvía el sentimiento de culpa.

Me sentí aliviado cuando desperté. Sabía que mi fuerza de voluntad seguía intacta. Solo había sido un sueño.

Cuando empezé este experimento (este año) pensé que el plasmar mi experiencia todos los días en un blog haría que tuviera aun más presente que María no está. Pensé que solo me atormentaría más pues todas las noches estaría pendiente de que ha pasado un día más sin verla.

Pero no ha sido así. Este blog ha servido (como lo predijo una inteligentísima oveja) para canalizar mis angustias. María ha aparecido en sueños solo dos semanas después de empezar el experimento. Espero que siga así. Casi casi ausente.

¡Dos semanas!

A los diecisiete años (cuando ya había conocido a María pero no abusaba de ella como hasta hace poco) escuché un diálogo por mi barrio que me llamó la atención. Un chico algo mayor que yo le decía al "Loco" (uno de los más fumones dentro del barrio tan fumón en el que yo vivía) que por favor le lance, que estaba desesperado por un troncho, que no fumaba hace dos semanas.

Me dio pena escuchar eso. Pensé que si el pobre chico se desesperaba por dos semanas de abstinencia es porque debía estar muy enganchado.

Ahora, casi diez años después de ese diálogo, celebro mis dos semanas de abstinencia como uno de los mayores logros de los últimos tiempos.

jueves, 5 de junio de 2008

Día 13. Las plantitas y las costumbres

En el día 13 debía terminar la mudanza. Solo quedaban algunas cosas en la casa antigua: la comida, las bicicletas y las plantas de María. Estas, aunque ya dieron lo que tenían que dar, seguían adornando el hogar.

Como resultaba demasiado peligroso cargar cuatro macetas con plantones por un kilómetro (la distancia de la casa anterior a la nueva) Zé y yo decidimos terminar con ellas. Las llevamos al jardincito que está debajo del edificio, arrancamos la raíz y echamos la tierra para abonar a las otras plantas.

Yo estaba un poco preocupado, tenía miedo de que algún vecino nos viera y le molestara que echemos la tierra de las plantas de María a las otras plantas legales.

De pronto salió del edificio la vecina de al frente nuestro. Es decir, la más cercana. Llevaba a su niña de siete años de la mano. Se nos acercó y nos dijo:

- ¿Qué hacen? ¿Las están matando?
- Sí, es que nos estamos mudando; contesté yo. Fingiendo estar tranquilo por lo que hacía, pero muy temeroso en el fondo.
- ¡Que pena! ¿Y qué es? ¿María?
- Sí...
- Uy, pero no las maten, pobrecitas. Regálenme una ramita.
- Sí claro, no sabía que la podría querer. Tome...

Finalmente la vecina no se llevo la rama. Sería porque se dio cuenta de que ya no tenía moños o porque estaba apurada por llevar a la hija al colegio. Pero, contrariamente a lo que yo pensaba, nos miró con simpatía.

En España María es vista de otra forma. Los padres la conocen y hasta la disfrutan. En algunos casos les enseñan a sus hijos a consumirla y tratarla con moderación. Así como mis padres me enseñaron a tomar vino.

No creo que mi falta de control sea responsabilidad de mis padres (que siempre me hablaron de María como una mujerzuela). Creo más bien que está relacionada con mi ímpetu autodestructivo. De todas maneras, yo a mis hijos sí que les enseñaré a conocer y respetar a María. A ver si salen mejores que yo (no la tienen muy difícil, ¿no?)

Día 12. Las cosas que hacía contigo

El día 12 fue un duro día de trabajo. Cual hormiguita cargué con todas mis cosas de una casa a otra. Viaje tras viaje. Con la vida al hombro.

Hasta antes de empezar con el experimento hacer una actividad así de fuerte sin ver a María hubiese sido impensable. Me hubiera dicho que tanto esfuerzo debía ser recompensado con el placer que me entrega mi ex.

La verdad es que al terminar la jornada tuve que controlarme para no verla. Estaba convencido de que tanto esfuerzo merecía un premio, pero también estoy convencido de que tantos premios en los últimos años merecen ahora un sacrificio. Y esta vez me sacrifiqué.

De vuelta...

A los dos lectores que tengo debo decirles que no se asusten. La ausencia de posts en los últimos días no es debido a una recaída. Es debido a una mudanza. Cambié de casita y estuve dedicando todo mi tiempo a la mudanza y al trabajo.

Pensé mucho en María, pero no la llamé. La cuenta continúa. Ahora les cuento lo sucedido.

domingo, 1 de junio de 2008

Día 11. Tu olor...

He sido bastante firme con esta decisión de dejar de ver a María. Me he propuesto empezar una nueva etapa y esto me ha ayudado a rechazar sus invitaciones. Hasta el momento ha sido relativamente fácil decir que no. Pero hoy hubo un factor que me hizo dudar: su olor.

Usualmente Zé fuma en pipa y eso reduce un poco el olor de la hierba. Sin embargo esta tarde se le ocurrió armar un hilito y prenderlo en la sala de la casa. Cuando el olor llegó a mi nariz algo se activó en mi cerebro. Volvieron los recuerdos, la extrañé y quise verla.

Finalmente tuve que utilizar mi debilitada fuerza de voluntad para decir que no, pero me ha costado más que nunca.

La empiezo a extrañar...